Si vamos al supermercado encontramos muchos alimentos carentes de nutrientes, llenos de azucares refinados y grasas trans, que nos vuelven adictos y solamente contienen calorías vacías, que nos hacen engordar. La industria alimentaria no nos quiere nutrir y alimentar sino simplemente quiere vender sus productos estupendos al paladar, pero muchas veces nefastos para la salud.
Una alimentación sana y consciente es la base de la salud y de toda terapia.
Los síntomas iniciales de una deficiencia crónica o insuficiencia de nutrientes son muchos y extraordinariamente variados. Pueden variar desde síntomas mentales como irritabilidad, falta de concentración, pérdida de memoria o insomnio a síntomas físicos como acné, manchas en la piel, dolores de cabeza o calambres en las piernas. Puede que no les demos importancia porque nos hemos acostumbrado a ellos, porque los consideramos como propios de la edad o porque aunque molestos, no nos preocupan. Sin embargo, estos síntomas son indicativos de desequilibrios nutricionales o metabólicos y pueden llevarnos a problemas más serios.
Una alimentación sana y consciente es la base de la salud y de toda terapia.
Por otro lado, algunos alimentos cuyo consumo en grandes cantidades resulta nocivo para la salud se han multiplicado: es el caso de las proteínas animales, de los azucares refinados y de las grasas trans, habiéndose creado de ese modo sobrecargas alimentarias.
Las sobrecargas alimentarias nos llevan a un ensuciamiento, donde sustancias no deseables se acumulan de forma paulatina: residuos alimentarios, sobre todo del metabolismo de proteínas y grasas que no pueden ser eliminados. Cúmulos de ácidos, que causan problemas reumáticos y articulares y toda la problemática cardiovascular, colesterol, sobrepeso, pero también el deteriório del sistema nervioso y su problemática de ansiedad, depresión, cefaleas, déficit de atención e hiperactividad son la consecuencia de un paulatino ensuciamiento interno.
Recuperar la salud hepática e intestinal es clave en muchas patologías de ensuciamiento y eliminación.
El PH de nuestro terreno interior, el equilibrio ácido-base, determina en que medida somos capaces de reaccionar y resistir a agresiones.
Evitar:
- Azúcar blanco y productos elaborados con él: caramelos, chocolates, dulces, zumos de fruta comerciales, bollería industrial,...
- Cereales refinados y harinas blanqueadas: pan y pasta blanca,...
- Aditivos alimentarios (colorantes, saborizantes, aromatizantes, etc)
- Consumo de margarinas y aceites calentados
- Consumo excesivo de lácteos
- Productos en conserva
- Sal refinada
Adquisición de hábitos alimentarios sanos
- Beber 1,5 – 2 litros de agua al día
- Uso generoso de alimentos “tradicionales” como legumbres, verduras y frutas frescas
- Tomar fruta y verdura según la temporada
- Usar aceites de calidad, de primera presión en frío, ricos en ácidos grasos insaturados
- Usar alimentos integrales (sobre todo arroz, avena, trigo sarraceno, quínoa)
- Reducción de la ingesta de carne animal
- Inclusión de pescado en la alimentación usual
- Disminución o eliminación de los lácteos (especialmente de vaca; mejor de cabra y oveja)
- Usar sal marina y tamari para salar
- Usar hierbas aromáticas y digestivas
- Vigilancia en los modos de cocción (no por encima de 110 grados)
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