miércoles, 22 de julio de 2015

¿Aún no lo has recordado?

Os recomiendo de corazón a Emilio Carrillo. Este catedrático de economías, político, místico y autor de libros renuncia a todas las creencias y dogmas y a través de su gran don, que es la palabra, nos anima a recordarnos quienes realmente somos.
No me canso de escucharle horas y horas.
Aquí hay un fragmento de su ultimo libro "Sin mente, sin lenguaje, sin tiempo", que quiero compartir en este blog.

¿Aún no lo has recordado?... Te has encarnado en este plano para gozar de la experiencia humana. Tras tantas vidas encarnado, es momento de que te des cuenta. Y para ello no tienes que hacer nada. ¡Nada! Tu empeño por hacer es lo que impide que te percates de algo tan simple. Basta con que dejes de hacer y te muevas en el aquí-ahora no para lograr nada, sino para vivir la vida misma desde tu paz y disfrutarla en su integridad y totalidad desde tu divinidad... Saborea todo lo que el restaurante de la vida pone a tu disposición: lo dulce y lo amargo, lo picante y lo suave, lo blando y lo duro… De hecho, no hagas distinciones, no discrimines, no etiquetes… Muévete siguiendo la energía que emana de tu interior y ejerce y comparte tus dones, tus talentos, tus capacidades, tu creatividad… con entusiasmo y sin pretender ningún objetivo ni resultado. Y obsérvate y mira a tu alrededor con los ojos de la consciencia. Verás a Dios en todas partes, sin excepción, y las lágrimas brotarán imparables ante tanta plenitud... Contempla extasiado cómo la existencia es infinitamente amorosa y generosa con todo el mundo… Florece el árbol y lo hace igualmente el musgo que cubre parte de su corteza; y las luciérnagas emiten la misma luz que las estrellas. Y tú, libre ya de la identificación con el “yo”, eres cada árbol, cada musgo, cada luciérnaga, cada estrella… La felicidad no es cuestión de tamaño ni de cantidad. Es la cualidad de tu ser.

 ¿Aún no lo has recordado?... Todos los seres humanos sois como ríos, todos desembocáis en el océano: es cuestión de lo que denomináis tiempo, que realmente no existe. Pero no lo convirtáis en una meta. Cuanto más rápido quieras ir, más lento te moverás… Date cuenta de que cuanto más desees llegar, más estancado estarás, porque tendrás miedo: el temor a no llegar te agarrotará… En tu proceso consciencial has evolucionado hasta convertirte en un buscador. Sin embargo, ya es hora de que dejes de buscar. Entiende que todas las búsquedas surgen de la mente, de sus deseos; la consciencia nunca busca ni persigue nada. La consciencia simplemente es: es ser, no un deseo. Has pasado muchas vidas físicas buscando fuera la riqueza, el poder, el éxito, el prestigio, el reconocimiento… y solo has obtenido sufrimiento. Ahora buscas a Dios y la verdad, pero continúas buscando. ¡Ya está bien!
¿Aún no lo has recordado?... Cesa toda búsqueda y la verdad llamará a tu puerta; abandona toda meta y el Dios que es tú y todo se desvelará en su inmensidad y grandeza… Cuando dejas todas tus quejas y todos tus anhelos, cuando ya no tienes ningún motivo para ir a ninguna parte, de repente descubres que estás iluminado. Y esto no conllevará nada extraordinario: simplemente te llenará la verdad, es decir, aquello que hasta entonces te era desconocido. ¿No lo entiendes? Es fácil: la mente es lo conocido; la verdad, lo desconocido. Cuando ya no hay mente, hay verdad; cuando cesa lo conocido, lo desconocido llega a ti y te envuelve cálidamente, amorosamente, divinamente.
¿Aún no lo has recordado?... Una vez más: ¡pon a la mente en su sitio! Deja atrás todos los conceptos y esquemas mentales; todas las creencias y teorías; todos los paradigmas, pautas y valores generados por la mente y una sociedad egocéntrica... Y abandona sobre todo la idea del bien y el mal que ciega a la Humanidad desde que, metafóricamente expresado, Adán y Eva comieron el fruto del árbol ubicado en medio del Paraíso –Libro del Génesis(3,5)–. Ellos lo hicieron con el objetivo de ser como Dios. Pero tú ya sabes que eso no es necesario, porque Dios es yo (y tú); y yo, para ser Dios, no necesito hacer nada, sino, simplemente, cesar de ser “yo” (dejar de identificarme con el “yo” físico, mental y emocional).
¿Aún no lo has recordado?...  Vive más allá del bien y del mal; no hagas ninguna distinción entre bueno y malo; no efectúes dualidades y acepta el todo tal como es. Solo tienes que decir: “Así es”… La suave brisa está ahí y tú dices: “Así es”. El vendaval huracanado está ahí y tú dices: “Así es”. La paloma está ahí y tú dices: “Así es”. El halcón está ahí y tú dices: “Así es”. El santo está ahí y tú dices. “Así es”. El pecador está ahí y tú dices: “Así es”… El todo deja que exista la brisa y el huracán; el todo deja que nazcan palomas y halcones, santos y pecadores… Solo el todo sabe el porqué. Desde luego, hay una razón, pero es un misterio del que se tiene que ocupar el todo, no es para que te preocupes tú… Entra en el todo y no hagas ninguna distinción, ninguna discriminación. Tú también sabrás por qué, el misterio se desvelará ante tus ojos. Pero esto solo acontecerá cuando te hayas transformado en el todo.

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